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La historia detrás de una lactancia exitosa: 6 testimonios de mamás Ágatha sobre su proceso de amor

Actualizado: 29 ago 2019



La lactancia es una experiencia de gran intensidad física y emocional. En mi experiencia como doula postparto, cada vez confirmo más que el éxito de este proceso está en la persistencia y la determinación. La mayoría de las dificultades que surgen en la lactancia son emocionales: fantasmas sin argumento lógico; sin embargo, caer en los juegos de la mente es fácil, así como también dejar de amamantar. Hoy, seis mamás de la Comunidad Ágatha comparten contigo su experiencia con total honestidad. Te darás cuenta que no fue un camino fácil en la mayoría de los casos, pero la perseverancia les permitió hoy estar contando su testimonio de cómo han logrado la lactancia exclusiva hasta la actualidad. El artículo de hoy va en honor a todas aquellas mujeres que a pesar de las dificultades han continuado dándolo todo por hacer posible su sueño de lactar a sus bebés. Hoy, toda la Comunidad Ágatha se une para decir ¡sí es posible! y si tu quieres lograrlo, aquí está toda esta Comunidad lista para apoyarte.


LA HISTORIA DE ISABELLA Y JACOBO


Llevo cuatro meses disfrutando de la conexión más espectacular e inexplicable con mi hijo por medio de la lactancia. El sentir y saber que estoy alimentando a mi bebé me hace sentir extraordinaria. Desde que me enteré que Jacobo iba a llegar a nuestras vidas decidí siempre darle lo mejor de mí y tuve muy claro que quería amamantarlo. Durante todo el embarazo daba por hecho que iba a lactar y nunca pensé otra opción. Me hidraté demasiado y me alimenté súper bien. Me preparé mucho para ese momento, cómo cogerlo, cómo cargarlo, cómo voltearlo y sobre todo qué posiciones eran las adecuadas para amamantarlo. Cuando llegó el momento de recibirlo todo se me olvidó, quedé en blanco, no sabía nada, sin embargo, como pude lo pegué al seno y empezó esta aventura maravillosa.

Nos conectamos automáticamente, realmente no puedo explicarlo, solo sé que no me cabía la felicidad y el amor por él. Mi proceso de lactancia fue maravilloso y cuando digo maravilloso no quiere decir que no dolió. Dolió y mucho, pero como mencioné antes es un proceso que requiere paciencia y amor. Durante el primer mes de lactancia me invadieron sentimientos inexplicables, fue muy raro y a veces incomodo. En algunas tomas sentía mucha tristeza, desespero, calor y angustia, no sé por qué. Adicional a eso, mis pezones estaban agrietados y estaba iniciando una mastitis. Sentí que todo lo que me había propuesto no iba a suceder. Pensé que hasta ahí iba a poder amamantar a mi bebé. La mastitis cogió fuerza y me tumbó a la cama con fiebre y dolor. Sentí que había fracasado como mamá, porque amamantar era lo primero en mi lista. Me entró una nostalgia gigante que me llevó a no querer cargar, casi ni ver a mi bebé, y el hecho de sentir ese rechazo de mi parte me hacia sentir peor. Considero que el apoyo de mi mamá, de mi pareja y de mi hermana fue fundamental para batallar esa ola de sentimientos encontrados y seguir con lo que desde hace mucho había determinado y deseado. Con dolor, con maluquera, con medicamentos y malas noches seguí, y seguí, y seguí amamantando, hasta que la mastitis desapareció. Me llené de seguridad, de confianza, creí y sigo creyendo que tengo todo lo que mi bebé necesita, que mi leche es suficiente para él, para que crezca sano, para que quede lleno. ¡No necesita más! Y mirarnos mientras él se alimenta es espectacular. No me cambio por nadie. Verlo feliz y radiante, porque de verdad es su hora feliz, es su refugio, es su cobija, es todo para él y por lo tanto para mí. ¡Amamantar me hace feliz! Y ya siendo mamá me doy cuenta que realmente donde sea y cuando él quiera voy a amamantarlo.

Es muy importante que todas las futuras madres, las gestantes y las que están viviendo este proceso tengan presente que será difícil, que no desistan. Creo que la clave está en querer hacerlo con todas las fuerzas, porque sí se puede. Tu bebé sabe que eres lo mejor para él o ella, ¿Que no te baja leche? Hidrátate mucho más, solo necesitas agua y actitud positiva. ¿Que duele mucho? Revisa el agarre, es muy importante este punto, si el bebé agarra de la manera correcta no habrá dolor. Mi bebé agarro mal la primera semana y con eso tuve para que mis pezones se agrietarán, después de corregirlo aún dolía porque ya estaba lastimada, pero no desistí y él mismo me sano. Solo pensaba, "es temporal, ya pasará". Y así fue. Será tu hora feliz también. ¡Ánimo mamás! Creo que la conexión más hermosa que podemos tener con nuestros hijos empieza por amamantarles. El dolor, el desespero, el calor y la tristeza pasará... Sí se puede ♥️.

Isabella Aguilar López

LA HISTORIA DE STEFFANY Y JUAN DIEGO


Desde que supe que estaba embarazada soñaba con tener a mi bebé entre mis brazos, poder amamantarlo y experimentar esa conexión ya mágica que muchas mamás decían tener con sus hijos en ese momento. Cuando Juan Diego nació lo único que quería hacer era pegarlo a mí y alimentarlo como toda la vida había soñado.

Mi frustración llegó el tercer día de nacido de mi bebé, cuando empecé a sentir mucho dolor en los pechos y el bebé ya me había lastimado por mal agarre. Yo no quería darle tetero, porque en el curso prenatal me habían dicho que podía confundir al bebé con la succión y no recibir nunca más pecho. Eso me daba miedo, derrumbaba todo mi sueño de poder amamantar. Ese día me sentí derrotada porque finalmente tuvimos que darle tetero para que pudiera comer algo. Yo llegué a tal punto de frustración que no sabía ni cómo coger al bebé para darle de comer... en ese momento decidí contactar a Agatha y ella me ayudó a desbloquear mi mente de tantos paradigmas que me había creado en solo tres días. Marcela y mi esposo me dieron la fortaleza para seguir adelante con mi sueño de amamantar. Hoy Juan Diego tiene 18 días de nacido y ya está con lactancia materna exclusiva. No voy a decir que es fácil, porque es una personita que necesita de ti 24 horas al día, pero la satisfacción que se siente es indescriptible.

Steffany Valderrama

LA HISTORIA DE NATALIA Y SOPHIE


Debo ser totalmente honesta al contar mi experiencia. Los primeros cinco días fueron realmente duros, mis pezones estaban agrietados, Sophie lloraba, yo me sentía frustrada, angustiada y hasta mala mamá por no poder amamantar de la mejor manera. Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: “No voy a ser capaz, debo darle formula”. Fue en ese momento cuando empecé a informarme de todo lo relacionado con la lactancia. Mi mayor motivación para continuar fue encontrar los infinitos beneficios tanto para el bebé como para la mamá. También seguí al pie de la letra todos los consejos que me daban. A ciencia cierta no sé qué fue lo que funcionó para aliviar el dolor. El caso es que a la semana pude disfrutar completamente de la conexión más maravillosa que puede existir, conexión que no cambiaría por nada. Si bien es cierto que requiere mucho sacrificio y dedicación, mi invitación para las futuras mamás es que por mas difícil que se torne la lactancia no dejen de hacerlo. Por último, si me preguntan cuál es el mejor regalo que podemos darles a nuestros chiquitines, sin duda alguna les diría que es el establecer ese vínculo mágico que crea el amamantar.

Natalia Vallejo Benavídez

LA HISTORIA DE SANDRA Y MAXIMILIANO


Sin duda alguna mi vida cambió desde el momento en que me di cuenta que estaba embarazada. Maximiliano fue planeado y deseado por mí y mi esposo, pero tuvimos que esperar un año para que gestara en mi vientre. Desde muy niña me proyecté siendo madre, por eso desde que me di cuenta que estaba embarazada empecé a informarme sobre todo lo que podía hacer para garantizar el bienestar de mi bebé. En esa búsqueda me encontré con la organización Ágatha. Asistí a un taller para la preparación del parto y ahí nos explicaron sobre nuestros derechos y ejercicios para sobrellevar el dolor de ese momento. De ese taller salí empoderada y con más ganas de querer recibir a mi hijo por parto natural. Pero para sorpresa mía en la semana 38 mi presión estaba muy alta y el ginecólogo me explicó los riesgos. Aunque trató de inducirme el parto, mi cuerpo no respondió, entonces me tocó someterme a una cesárea. Por ahí empecé “mal”, era algo que se salía de mis manos, acepté someterme a la cirugía pensando en la salud de mi hijo y la mía. En el despertar de la cesárea me di cuenta que le habían dado leche de formula a mi bebe, sentí que se nos vulneraban nuestros derechos. ¡No saben cómo me sentí! Surgió en mí un sentimiento ambivalente, estaba feliz porque ya había nacido, pero estaba triste porque las cosas no estaban saliendo como yo hubiera querido. Sentía que nos quitaban el derecho de sentirnos, de conectarnos, yo quería ser lo primero que mi hijo sintiera, poner mi pezón en su boca para así demostrarle por este medio mi amor, que él sintiera que ahí estaba yo para suplir sus necesidades. Y aunque suene egocéntrico yo me creía con el derecho, pues había estado en mi vientre por 38 semanas.

Esa fue una prueba dura, pero no sabía que al llegar a casa venía lo realmente difícil. Llegué muy contenta a darle teta a mi bebé, pensando que era solo ponerle el pezón en su boca y ya. Pero no, no era tan sencillo y aunque me había contactado con una asesora de lactancia antes del nacimiento, la práctica no me salía como me habían explicado en la teoría. Me sentí frustrada, me dolían los pezones, sentía mis senos grandes y pesados, veía a mi bebé tan pequeño, tan frágil, con esa necesidad de alimentarse y yo sin poder hacerlo, o más bien sin saber cómo. Tenía encima a mi mamá y mi esposo diciéndome cómo debía hacerlo, ellos sin darse cuenta me estresaban más, pero ahora comprendo que solo actuaban desde el amor. “No lo hagas así, está mal, agárrelo bien, no estás haciendo lo que la asesora te dijo”. En fin, cada frase me frustraba más. Duré una semana tratando de pegar a mi bebé, y aunque me cueste, debo confesar que en esa primer semana tuve que darle leche de formula en tetero. Buscaba una excusa para creer que darle formula no era una mala opción, pero ahora me doy cuenta que lo hice porque me ganó la angustia, porque no supe esperar a que se diera el proceso natural. Yo en ese momento pensaba que mi bebé no sabía agarrarme el pezón porque su primer contacto fue un chupo. Debí tener más paciencia con el cambio hormonal y físico, porque uno llega con el bebé en brazos pero con la misma barriga de embarazada, cargada de miedos porque todo es nuevo.

El peso de la responsabilidad de un ser humano y las emociones que surgen en el post parto no me permitieron confiar lo suficiente en mí. Pero gracias a que no desistí, a la segunda semana de nacido mi bebé ya se agarraba bien del pezón y yo fui la mujer más feliz, por fin algo salía como yo quería. Desde entonces solo le doy leche materna y soy muy, muy feliz. No importa si se me van a caer los senos, solo sé que le estoy dando a mi hijo el mejor alimento que puede tener en su desarrollo. Por eso mamitas las invito a no desistir, a insistir y persistir, porque sí se puede, solo confíen en ustedes, y recuerden cada experiencia es diferente. Vivan su proceso y escuchen a su corazón porque una madre siempre quiere lo mejor para su hijo.

Sandra Salazar

LA HISTORIA DE VICTORIA E ISAAC


Desde el embarazo el tema de la lactancia no era algo que pensara mucho. Me decía constantemente a mi misma: "Cuando llegue el momento sabrás qué hacer". El día que Isaac nació, ponerlo en mi pecho y que él hiciera el arrastre hasta el seno como había visto en los videos no fue tan fácil. Definitivamente, la lactancia de la mamá y el bebé es un momento íntimo de reconocimiento mutuo. Las opiniones de la gente, lo que en ese momento lograban, era frustrarme o estresarme.

A Isaac lo pude amamantar tranquilamente por primera vez cuando ya estuvimos en la habitación en silencio, solos los dos en la camita. ¡Hurra! ¡Salía calostro!

Cuando llegamos a casa todo iba muy bien, aunque aclaro: Isaac y yo nunca logramos lo de los videos románticamente. No, jajaja... que abriera bien la boca... que el agarre... ¡Nah! lo que ayudó es que tenía buen pezón en ambos senos, así que ese muchacho encontraba sí o sí su pucheca. Cuando llegó el tercer día de la bajada de la leche los senos se me pusieron como piedras, parecía operada de silicona 38B 😲. La verdad sentía que se me iban a reventar y lo único que hice fue pegar a Isaac al seno todo lo que pude y ahí empezó el dolor: Sí, lo pezones empezaron a doler, cada vez que lo ponía en el seno me dolía apenas empezaba a succionar. Era un tormento alimentarlo, y le preguntaba a mi mamá con lágrimas en los ojos: ¿Esto cuánto dura ma? ¿Me va a dejar de doler en algún momento? Mi mamá sabiamente me decía, "Tranquila es cuestión de costumbre, va a pasar". Así que cuando lo pegaba en el seno pensaba en eso y me decía, "Si logré parir a mi hijo, logré sobrellevar el dolor de parto, esto no es nada, yo puedo". Y fue así como al cabo de 15 días mis senos dejaron de doler, nunca se me agrietaron pues les ponía mucha lanolina. Hoy Isaac va a cumplir 5 meses de lactancia materna a libre demanda, es un gordito hermoso y cuando lo veo me siento muy orgullosa de haberlo logrado hasta ahora. A pesar de las crisis de crecimiento que me ponen a dudar, porque de verdad parece que no quedarán llenos, sigo confiando en mí (informándome del tema para dominarlo mejor), en mi hijo y la naturaleza que es demasiado perfecta.

Lograr amamantar a tu hijo no solo es una entrega física, sino emocional creo yo, tú dejas de ser tú, para convertirte en alguien indispensable para tu bebé 24/7. Ir al baño y tomar una ducha tranquila requiere toda una logística, y así con otras cosas más. Tú dejas de ser un individuo para convertirte en mamá y adaptarse a eso es lo más duro. Mi hijo es mi espejo y mi gran maestro, por eso afirmé que lactarlo era mi primer gran aprendizaje en este camino de la iluminación materna.

Mucho amor para una feliz lactancia a todas.

Vicky, mamá de Isaac.

LA HISTORIA DE LUZ CAMELIA Y CELESTE


Nada es como te lo pintan, me enfrenté a una lactancia muy dolorosa, a pesar de leer y recibir asesoría respecto al tema durante y después del embarazo.

Estaba firmemente decidida a amamantar a mi bebé con leche materna exclusiva y no fue fácil todo el proceso. El dolor, la frustración, las hormonas y la gente que te rodea juega un papel importante. Quise “tirar la toalla” muchas veces con las grietas ensangrentadas y un dolor insoportable en cada toma. Tres meses pasé por todo esto aplicándome todo lo que decían y poniendo en práctica todo lo que había aprendido hasta que no me di cuenta en que momento mejoró.

Todo pasa y ahora disfruto ese tiempo con mi bebé, pero recuerdo lo que sufrí para llegar a esto. Mi consejo es insistir, insistir e insistir hasta lograrlo, sobre todo insistir en la clínica que no le den biberón, si solo nos salen unas gotas entonces con jeringa o cucharita, insistirle al bebé para que se pegue a la pucheca e insistir a la gente que es tu proceso.

Luz Camelia Núñez


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