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Te aprenden a ti, no de ti

Actualizado: 24 ago 2019



Cuentan que una madre lleva a su hijo enfermo a ver al maestro del pueblo.

“Maestro, hemos venido hasta aquí para pedirte consejo, mi hijo es diabético y aun así no quiere dejar el dulce, se lo he dicho mil veces pero no me hace caso, necesito que tú me ayudes para que lo deje de una vez por todas”.

El maestro mira al niño, se le acerca y le dice: “¡Deja ya el azúcar!”.

La madre esperanzada se va a su casa, pero regresa un mes después.

“Maestro no funcionó, sigue comiendo azúcar sin parar, por favor esta vez haz algo que sí funcione”.

El maestro mira al niño, se le acerca y le dice una vez más: “¡Deja ya el azúcar!” Luego mira a la madre: “Eso es todo. Esta vez sí va a funcionar”.

La madre desconcertada lo cuestiona: “Pero si hiciste lo mismo que la primera vez y no funcionó” A lo que el maestro le responde: “Ahora si va a funcionar porque desde la última vez que nos vimos fui yo el que dejó el azúcar”.


Este cuento ejemplifica uno de los pilares más importantes de la educación y uno de los argumentos que más me inspiran del trabajo con niños: la infancia es el eco más perfecto del adulto. Los niños son como pequeñas esponjas que absorben todo lo que está a su alrededor, como si tuvieran antenas altamente perceptivas van registrando el mundo, para luego replicarlo. De esta manera, ¿cuál es el rol del adulto en la adquisición de comportamientos del niño? Completamente determinante. Los niños serán lo que ven en ti, serán tu espejo mas nítido. Leí algún día una frase que decía: “El futuro somos nosotros porque ellos siguen nuestros pasos”. No hay verdad más contundente, los adultos tenemos la responsabilidad de modelar a niños y niñas con un potencial infinito de ser lo que quieran ser, o mas bien, lo que nosotros le mostremos.

Hablemos de conductas. ¿Cómo llega un niño a tener determinado comportamiento, a decir determinada frase, a utilizar determinada expresión en el rostro como reacción a algo? ¿Cómo llega a agredir a un compañero o acariciarlo? Los bebés NO nacen equipados con un repertorio de conductas ya determinadas por la naturaleza, TODA conducta fue aprendida en algún momento. Las acciones entonces no se ejecutan al azar, las reacciones o comportamientos no son intuitivos e irreflexivos, todo lo que hacen nuestros niños lo adquirieron mediante un complejo sistema de aprendizaje que les dio la experiencia. El aprendizaje por medio de modelos hoy en día puede parecer una obviedad, peor para la psicología fue todo un descubrimiento del cual se desarrolló La teoría del aprendizaje social.

“¡Te lo he dicho mi veces!” ¿Se han preguntado por qué esta frase cobra tan poco valor en los hogares? La respuesta está en la frase del pedagogo Francesco Tonucci: “No importa aquello que los padres y los maestros dicen, sino aquello que los padres y los maestros son”. Esta sencilla razón se basa en un precepto clave: el aprendizaje en la infancia se da a través del modelamiento. Como explica Mar Romera, “los niños y niñas no aprenden lo que les enseñamos, nos aprenden a nosotros”, y nos ven todo el tiempo, incluso cuando creemos que no nos están viendo. Esto es lo que se conoce como aprendizaje vicario.

Todo queda demostrado a través de un experimento realizado por Albert Bandura en 1961. ¿Quiénes eran los participantes? 72 niños de la guardería de la Universidad de Standford en los que querían observar respuestas agresivas. En el experimento se utilizaron muñecos inflables con caras de payaso que cuando se golpean rebotan y vuelven a quedar de pie. Estos muñecos llamados BOBOS dieron nombre al famoso experimento. Inicialmente todos los niños, entre los 3 y 5 años, se encontraron en un salón de juegos. Luego el grupo control sale del salón y les ponen una película en la que aparece un adulto y un muñeco BOBO. El adulto se dirige al muñeco y le grita que se mueva, después de unos segundos lo mira enfurecido y realiza 4 conductas agresivas: 1. Golpes; 2. Patadas; 3. Sentarse sobre él; 4. Golpearlo con un martillo o arrojarlo por la habitación. Todas las conductas estaban acompañadas por verbalizaciones violentas.

Después de que los niños presencian el video los dejan solos en una habitación con un muñeco BOBO exactamente igual ¿Qué creen que pasó? Los niños replican exactamente las mismas conductas incluso con las mismas expresiones verbales que vieron en los adultos. ¡Conductas nuevas, aprendidas por primera vez en el video eran replicadas con total exactitud! En el caso del grupo control (los niños a quienes no se les puso el video) no hubo patadas, golpes ni ninguna de las anteriores conductas. Años más tarde le debaten a Bandura que el muñeco BOBO por su textura y composición incitaba a la agresión (no en vano estaba hecho para ser golpeado), por lo que Bandura modifica una variable: la víctima de la agresión. Esta vez muestra el video a los niños con un adulto disfrazado de payaso en lugar del muñeco BOBO. ¿Qué hace los niños al entrar en la habitación? ¿Se inhiben por ser una persona? En absoluto, replican los golpes al payaso con igual ímpetu y violencia.

Este experimento resultó crucial dentro de la educación y sobretodo dentro de los medios de comunicación. ¿Qué grado de influencia tiene la televisión en nuestros niños? ¿La violencia en programas y películas puede hacer a los niños más agresivos en sus interacciones con pares o adultos? Saquen ustedes mismos las conclusiones. De la misma manera, cuando los progenitores se relacionan entre sí o con sus hijos de manera violenta están reforzando conductas agresivas como un mecanismo legitimo para resolver los conflictos. ¿La agresividad humana es innata? ¿La agresividad se debe al temperamento? Según esta teoría el origen de la violencia es SIEMPRE aprendida.

¿De quién aprende mi hijo? De todo lo que lo rodea, es cierto. Pero también es cierto que para que se instaure una conducta por aprendizaje vicario hay ciertos factores que inciden más que otros: 1. Prioridad (aquellas conductas que se le presentan antes, es decir, entre más pequeño las vea mas fácil las va a replicar). 2. Duración (aquellas conductas que duran más tiempo) 3. Frecuencia (aquellas acciones que se repiten más veces durante su día) 4. Intensidad (si están modeladas por personas con las que tenemos relaciones muy cercanas). ¿Cuál es la tarea como padres y educadores? Reconocer que somos su guía y horizonte, que nos aprenden todo el tiempo. Recordarnos que somos un mundo repleto de adultos influenciando miles de niños a ser lo que nosotros SOMOS.

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