¡No puedo mas! Renuncio a la maternidad
Actualizado: 24 ago 2019

Burnout parental. Es real, existe. No eres culpable, no eres la única, no estás sola.
Estudios psicológicos demostraron que aquellas personas que trabajaban con otros seres humanos desarrollaban síntomas particulares después de cierto tiempo: Agotamiento, irritabilidad, desconexión, desesperanza. ¿Quiénes eran? Enfermeras, niñeras, profesores, psicólogos, médicos, trabajadores sociales. ¿Qué tenían en común? Estaban al cuidado del otro.
Este fenómeno que puede llegar a presentarse en dichas profesiones se conoce como BURNOUT y traduce literalmente “quemado”. Dentro de estas profesiones se destaca una en particular: maestros y maestras. Todo aquel que está al cuidado de niños sabe que muchas veces, sino la mayoría del tiempo, el desgaste es supremamente alto. La paciencia se va agotando, y llega la frustración y el cansancio. Los niños nos piden todo de nosotros mismos, y cuando lo hemos dado todo, nos piden mas. Son espejo de nuestra luz, pero sobretodo nuestra sombra. Nos muestran todas las heridas de nuestra niñez, y en los momentos mas retadores nos hacen encarnar la voz de nuestros propios padres. Nuestro niño interior vuelve a sentirse abandonado o despreciado, y la culpa es doblemente dolorosa.
Los niños y niñas, sin ninguna intención, ponen a prueba nuestra tolerancia. Y entonces nos sentimos quemados: cansancio extremo, desconexión (despersonalización), ineficacia. Perdemos el sentido, y ante el mas mínimo indicio de desobediencia queremos saltarles encima. Sin embargo, no se necesita estar a cargo de 10 o 40 niños para quemarse en la labor de cuidador. Vasta uno, a nuestro cuidado 24/7, y no importa si creció en nuestro vientre, el efecto es el mismo.
Recientemente se descubrió que el síndrome de Burnout no solo aparece en el contexto laboral sino también en el contexto del hogar. Existe Bournout parental. Hay padres que me han dicho: “La crianza ha sacado lo peor de mí” o “Manuela, a veces mi hijo me lleva al límite y yo me transformo” “No puedo mas, todo en la crianza me está saliendo mal, no quiero mas esto”. No son malas madres o padres, no son unos desalmados, no son unos insensatos, simplemente están experimentando estrés crónico. La sobrecarga de la labor parental lo ha llevado al cansancio extremo, al Burnout.
¿Las consecuencias? Se distancian emocionalmente del niño, se sienten saturados, sienten que han perdido su capacidad de lograr un efecto en sus hijos, se sienten malos padres o madres. En una sola frase: sienten que han perdido los recursos emocionales para responder. Algunas preguntas que deben hacerse para identificarlo son:
• ¿Me siento emocionalmente drenado en mi rol como padre o educador?
• ¿Siento que cuido de mí o de mis hijos en piloto automático?
• ¿Dentro de mis responsabilidades en el hogar no logro encontrar tiempo para mí?
• ¿No logro encontrar momentos de disfrute con mis hijos? Jugar, bailar, cantar, hacer deporte.
• ¿Me exijo demasiado como padre? ¿Siento que debo ser perfecto o perfecta, y me preocupa mucho el “que dirán”?
¿Por qué se produce el Burnout ante el cuidado de los niños? Por un desequilibrio entre los riesgos parentales y los factores protectores. En otras palabras: cuando un padre no tiene mecanismos de afrontamiento y estrategias de bienestar que superen las exigencias, van a caer en agotamiento, su sistema nervioso se bloquea y se produce el Burnout. Si no cuida de sí no tendrá la fuerza para cuidar de otros.
Imagina que quieres manejar hasta la ciudad mas cercana de donde vives. Te doy las instrucciones y un mapa completamente legible. Ya sabes cómo llegar. Acto seguido te montas a tu carro y te dispones para emprender el viaje, pero te llevas una sorpresa, no tienes gasolina. Así me siento que es el trabajo con la mayoría de las madres a las que asesoro. Les doy un mapa, se llenan de claridades y herramientas, pero sin la gasolina no importa cuantas certezas tengan, no podrán movilizarse hacia ninguna dirección.
El primer paso para restablecer el equilibrio es confrontar los padres/educadores que queremos ser versus los padres/educadores que somos: ¿Cuánto tiempo al día nos dedicamos en hacer cosas que creemos le harán bien a nuestros hijos pero en realidad son cosas que odiamos hacer? Démonos cuenta que nuestros niños no necesitan nada externo, nos necesitan a nosotros, presentes, genuinos y felices.
La invitación es a deshacernos de los DEBERIAMOS. Y aquello que resulta indispensable y que en definitiva no queremos hacer, aprendamos a DELEGARLO. ESO ES SER GENUINA Y A LA VEZ RESPONSABLE.
Encuentro muchas madres diciendo, está bien, me estoy quemando, ¿pero ahora qué hago? y la respuesta siempre será: CUIDA DE TI. Date una pausa, respira profundo, deshaceste de las obligaciones que tú misma te impusiste y que solo están haciéndole daño a tu familia. Pero sobretodo recuerda: ya eres la madre perfecta que tu hijo necesita. Todo lo que buscas ya habita en ti.