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El arte de acompañar pataletas



La pregunta mas frecuente que recibo de familias y cuidadores es: ¿Manuela, cómo calmo a mi hijo durante una pataleta?


Como adultos, queremos una pócima mágica que tranquilice a los niños durante sus rabietas. Creemos que si no logramos calmarlos rápido estamos haciendo algo mal, nos faltan estrategias, o mano dura. La realidad es que no hemos entendido nuestra tarea a la hora de hacer frente a la pataleta: nuestra tarea no es calmar, nuestra tarea es acompañar. Así es, La pataleta no se calma, se acompaña.


¿Cuál es la diferencia? Que cuando tu objetivo es calmar a tu hijo, harás una y mil cosas para que PARE DE SENTIR. Lo distraerás, lo regañarás, lo sobornarás con algo, lo ignorarás. Buscarás controlar la conducta porque tu meta final es que sencillamente deje de hacer lo que está haciendo (llorar desconsoladamente, dar patadas al suelo, gritar a todo pulmón). Piensa, ¿cómo se ve un niño en calma? Sonriente y tranquilo. Lo opuesto a la pataleta. Entonces, si tu objetivo es que se calme, estarás invalidando su experiencia y tratando se controlarlo.


Por otro lado, cuando acompañamos la pataleta no tenemos agenda, no tenemos un resultado que alcanzar, no hay otra tarea sino estar presente, ser empático, y ayudarlo a experimentar el malestar que deviene de que nos digan que no. Y mientras lo hacemos, tenemos una sola certeza en mente: la pataleta dura lo que tenga que durar… ¡Así es! No hay pataleta demasiado larga, hay solo un niño tomándose el tiempo que necesita para expresar su malestar.


¿Y mientras vive su pataleta entonces no hacemos nada? Claro que sí: mientras ocurre la pataleta, respiras profundo, y te recuerdas a ti mismo que tu tarea no es que pare, sino permitirle sentir y expresar todo lo que está surgiendo. Entonces, usando el mínimo de palabras posibles vas a:

1. Validar su experiencia (“Lo sé, puedo entenderlo, tú querías jugar mas tiempo en el parque pero es hora de irnos”).

2. Nombrar la emoción: (Noto que estás frustrado)

3. Establecer contacto físico si el niño lo permite (lo abrazas, lo cargas, le sobas la espalda).


En suma, tu objetivo no es que tu hijo este tranquilo las 24 horas del día (¿Cómo va a madurar su sistema nervioso?). Tu tarea no es que tu hijo te complazca en todo (¿Cómo va a formar su carácter y poder personal?). Tu tarea no es que tu hijo siempre reaccione de manera controlada (¿Cómo va a aprender a lidiar con la frustración?). No buscamos rescatarlos de las emociones, evitando la pataleta a today costa. Tampoco buscamos reprimir su sentir, regañandolo por el simple hecho de ser un niño saludable y en proceso de desarrollo.


Lo que te estoy diciendo es sencillo: las pataletas son naturales y saludables. Por tanto, cuando aparezcan olvídate de tener que controlarlas, olvídate de cómo hacer para que pare, olvídate de querer que pasen rápido. Ábrete a la experiencia, y repítete: mi tarea es acompañarlo, no calmarlo.

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